En la edad contemporánea ha predominado el pensamiento individualista en la sociedad y en los sistemas de gobierno público y privado, lo que ha originado pérdidas notables en los valores. Con este paradigma no es posible resolver los enormes desafíos que nos presenta la humanidad. El Instituto ha establecido en sus objetivos cambiar la mentalidad del individualismo a la idea de que solo en solidaridad y con la participación de los ciudadanos en el Estado y el mercado podrán enfrentarse los grandes retos particulares y sociales.
Muchas de las discusiones de la agenda pública basan su argumentación en principios ideológicos y pragmáticos; se sustentan en visiones reduccionistas de la realidad y por su naturaleza están cerrados al diálogo. Observamos que el pragmatismo ha sido la respuesta que los gobiernos han dado ante las crisis de las ideologías con soluciones enfocadas a la consecución de resultados inmediatos.
Ambos principios han sido neutrales frente a los planteamientos humanistas e incapaces de encontrar soluciones de fondo y de largo plazo a los problemas económicos y sociales. La posición del Instituto es la búsqueda de la verdad y de soluciones que abarquen todos los aspectos de la persona y de la sociedad, teniendo como marco los referentes éticos y antropológicos propios de la naturaleza humana.
El debate moderno se ha centrado entre aquellos que plantean como eje de la acción política al Estado y los que proponen al mercado. La relación entre los neoestatismos y los neoliberalismos se expresaría en un vaivén hasta llegar a un sistema ideal donde todos los ciudadanos puedan alcanzar su pleno desarrollo.
Ambos modelos limitados llevan a la necesidad de nuevas vías de salida. Necesitamos soluciones incluyentes, sustentadas en los principios y valores universales inherentes a la naturaleza humana, social y ambiental, que asuman lo mejor de ellos, eviten sus errores, impulsen la participación ciudadana y contemplen la educación y el trabajo como eje central de perfección humana. A eso apuntan los programas del Instituto de Humanismo y Gobierno.
En el contexto de que un buen gobierno público y privado es aquél que posee rumbo y logra unidad, justicia, eficiencia, bienestar y recto obrar, el Instituto se ha planteado como propósito fortalecer profesionalmente con sentido humanista a los líderes que participan en la acción de gobierno.
En la actualidad, el mundo vital, el de la cultura y los valores, se encuentra en declive. La gran grieta de la sociedad contemporánea ha sido no atender la formación del carácter de las personas, es decir la educación de los valores éticos individuales y sociales, lo que ha suscitado la corrupción, el nihilismo y la falta de buenos gobiernos. La recuperación de este mundo vital es la visión transformadora del Instituto de Humanismo y Gobierno.